Debate presidencial 2025: ¿Cómo podrían participar los suscriptores en el cara a cara de las primarias?

Debate presidencial 2025: ¿Cómo podrían participar los suscriptores en el cara a cara de las primarias?

El interés por abrir el debate: primarias 2025 entran en zona caliente

Por Patricio Jesús

Una idea incómoda para algunos y atractiva para otros está rondando las redacciones: llevar a suscriptores y lectores al centro del debate presidencial de las primarias. No hay un anuncio oficial sobre un formato cerrado, y el artículo específico que se buscaba no está disponible. Aun así, el tema ya se conversa en pasillos y reuniones de pauta: cómo sumar preguntas ciudadanas sin perder rigor ni equilibrio político.

El calendario electoral aprieta. Las primarias son el filtro que usan las coaliciones para escoger a su carta a La Moneda. En la vereda oficialista se mueven nombres como Jeannette Jara (Partido Comunista), Carolina Tohá (Socialismo Democrático) y Gonzalo Winter (Frente Amplio). En el mundo regionalista asoma Jaime Mulet (Federación Regionalista Verde Social). Son figuras con perfiles y audiencias distintas, y un formato que abra el micrófono a la gente cambia la dinámica del estudio.

En Chile, las primarias son legales y las organiza el Servel. El Consejo Nacional de Televisión fiscaliza el pluralismo y la franja, y los medios, cuando se meten a producir debates, deben cuidar los tiempos, la equidad entre bloques y la transparencia. Meter a suscriptores a preguntar exige un diseño claro: quién pregunta, cómo se elige, qué se excluye y quién modera. Eso no es un detalle técnico; define el tono del encuentro y el tipo de respuesta que veremos en pantalla.

Esta discusión no parte de cero. En debates anteriores ya se usaron preguntas desde redes sociales y filtros editoriales. Afuera hay experiencias conocidas: los town halls televisivos, con público atento y preguntas en vivo; programas como Question Time, con audiencia escogida por perfil demográfico; o formatos mixtos, con cuestionarios grabados por video. Esa caja de herramientas existe. El desafío es adaptarla al contexto chileno de 2025, con un clima más polarizado, desconfianza hacia encuestas y alto escrutinio a los medios.

Suscriptores en el set: formatos, reglas y riesgos

Suscriptores en el set: formatos, reglas y riesgos

¿Por qué sumar a suscriptores? Porque son lectores fieles, suelen estar más informados y, en teoría, elevan el nivel de las preguntas. ¿El riesgo? Sesgos de ingreso o afinidad política, cámaras de eco y la sensación de que pagar una suscripción da más voz. La línea fina está en abrir puertas sin privatizar la conversación pública.

Si un medio decide integrar a sus suscriptores, hay caminos concretos para hacerlo bien. El primer paso es separar la participación de la influencia editorial: la moderación no se terceriza, y las preguntas se filtran por criterios explícitos y públicos. El segundo es ampliar la base: combinar suscriptores con lectores gratuitos, organizaciones sociales y audiencias regionales. El tercero es garantizar trazabilidad: que se entienda por qué entró una pregunta y por qué quedó fuera otra.

  • Convocatoria abierta y calendarizada: recepción de preguntas por formulario, video corto o audio, con reglas simples y plazos claros.
  • Selección transparente: sorteo ponderado por temas y regiones, con acta pública de criterios (equilibrio programático, pertinencia, no discriminación).
  • Panel ciudadano acotado en estudio: 12 a 20 personas escogidas por muestreo estratificado (edad, género, territorio), para preguntas en vivo y réplicas acotadas.
  • Moderación dual: periodista principal y editor de seguimiento que vigila tiempos, pertinencia y evita que una pregunta se convierta en monólogo.
  • Bloques temáticos y preguntas espejo: si seguridad entra con dos preguntas, economía y vivienda no pueden quedar en cero.
  • Participación remota: videos desde regiones y zonas rurales, subtitulados y con interpretación en Lengua de Señas si corresponde.

Hay además piezas técnicas que no se ven, pero sostienen el edificio. Verificación previa para evitar propaganda encubierta o conflictos de interés. Reglas de identidad: nombre real conocido por el medio, pero posibilidad de anonimato al aire cuando haya razones de seguridad. Protección de datos personales acorde a la ley. Un comité de estándares que documente cada decisión y deje huella verificable.

La equidad entre candidatos requiere una ingeniería fina. Mismo número de preguntas directas por persona. Derecho a réplica si una pregunta apunta a un caso específico. Rotación en el orden de intervención. Cronómetro visible y pausas cortas para evitar que el más locuaz se coma el tiempo del resto. Y un cierre con un balance de minutos efectivamente usados por cada comando.

El formato no vive solo de preguntas. Herramientas en tiempo real pueden sumar: votaciones no vinculantes del público para medir claridad y eficacia de respuestas; un fact-checking inmediato en pantalla para datos duros; y gráficos simples que ayuden a entender propuestas (costos, plazos, impactos). Cuidado, eso sí, con convertir la noche en una carrera de popularidad: cualquier medición en vivo debe explicarse como termómetro, no como encuesta representativa.

El fantasma del sesgo es real. Un muro de pago atrae perfiles específicos. ¿Cómo balancearlo? Con cupos asegurados para quienes no son clientes del medio, alianzas con radios regionales para recoger preguntas locales y trabajo con universidades o centros cívicos que ayuden a perfilar una muestra razonable del país. Si la audiencia percibe cancha inclinada, la conversación se corta antes de empezar.

Otra trampa a evitar: la pregunta espectáculo. Aquella que brilla, pero no ayuda a decidir el voto. La pauta debe priorizar temas que hoy mueven a la ciudadanía: seguridad y crimen organizado; empleo y sueldos; listas de espera y salud mental; vivienda y arriendos; pensiones; educación técnico-profesional; crisis climática y agua; descentralización. Cada bloque debería forzar a aterrizar en cifras, plazos e instrumentos legales, no solo en grandes titulares.

¿Qué podrían buscar los comandos? Candidaturas con anclaje en mundo laboral y derechos sociales pueden empujar preguntas sobre pensiones, negociación colectiva y sistema de cuidados. Perfiles más ejecutivos pueden querer seguridad, infraestructura y gestión municipal. Voces del Frente Amplio apuntarán a regulación de abusos, innovación pública y recambio generacional. El regionalismo insistirá en royalty, descentralización fiscal y servicios básicos fuera de la zona central. Un formato con ciudadanos abre ventanas para ese contraste.

La logística manda tiempos. Si se eligen preguntas grabadas, hay que recibirlas con semanas de anticipación, verificarlas y editarlas sin alterar el sentido. Si habrá público en estudio, se requiere briefing, ensayo y protocolos de seguridad. Y si se suman herramientas digitales, el equipo técnico debe testear estabilidad, latencia y planes de contingencia. En un debate, lo único peor que un mal bloque es un apagón.

¿Y la línea editorial? Transparencia radical: publicar los criterios de selección, los temas recibidos y cuántas preguntas entraron por cada vía. Incluir un defensor del lector que reciba reclamos y responda en 48 horas. Y, al día siguiente, mostrar un “cómo se hizo” con números básicos: regiones representadas, equilibrio de género, rangos etarios, y porcentaje de preguntas descartadas y por qué.

En un año donde la confianza está frágil, abrir el set a la ciudadanía puede ser un salto adelante si se hace con método. No hay confirmación oficial de un medio en particular sobre este formato, pero la discusión ya está instalada. Con reglas claras, controles visibles y vocación de servicio, la participación de suscriptores y lectores podría cambiar el tono de las primarias y, de paso, devolver a la gente la sensación de que su voz pesa de verdad.

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