Nombramiento y argumentos del presidente Boric
Durante su intervención en la Asamblea General de la ONU el 24 de septiembre de 2025, el presidente Gabriel Boric lanzó oficialmente la candidatura de Michelle Bachelet para ocupar la máxima posición ejecutiva del organismo. Boric subrayó que era el momento de que América Latina y el Caribe tuvieran una voz al timón de la institución, citando la larga tradición de la región en procesos de paz y diplomacia.
El mandatario también destacó la necesidad de corregir el desequilibrio de género que ha marcado la historia de la ONU durante ocho décadas. Según sus palabras, una mujer al frente no solo sería “un símbolo de igualdad”, sino una prueba palpable de que las mujeres pueden ocupar cualquier espacio de poder.
Para reforzar su postura, Boric recordó los logros de Bachelet en la arena internacional: su paso como primera directora ejecutiva de ONU Mujeres y como Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos hasta 2022. Además, resaltó que su experiencia como presidenta de Chile en dos periodos le había brindado una perspectiva única sobre los desafíos globales, desde el cambio climático hasta la defensa de los derechos humanos.
El discurso incluyó referencias concretas a la escasa representación latinoamericana en la cúpula de la ONU; el último secretario general de la zona fue el peruano Javier Pérez de Cuéllar (1982‑1991). Boric presentó a Bachelet como la candidata que podría romper esa sequía y colocar a la región nuevamente en el centro de la agenda internacional.
El anuncio se produjo en un contexto de transición, pues el actual secretario general, António Guterres, concluirá su mandato en 2026. La candidatura chilena, según Boric, llega en el momento preciso para que la comunidad internacional evalúe tanto la experiencia como la representación geográfica y de género en el próximo proceso de selección.

Reacciones políticas y desafíos de la candidatura
En el terreno doméstico, la noticia suscitó reacciones encontradas. El bloque gobernante aplaudió el gesto como una muestra de “orgullo nacional” y de la creciente proyección internacional de Chile. Por su parte, los candidatos presidenciales de la oposición ofrecieron un respaldo que muchos analistas calificaron de evasivo: declaraciones públicas que reconocieron la trayectoria de Bachelet, pero sin comprometerse con una campaña activa a su favor.
- El candidato de derecha afirmó que la candidatura era “interesante” pero señaló que la decisión final pertenecía a los Estados miembros de la ONU.
- El representante del frente conservador manifestó que, aunque respetaba la experiencia de Bachelet, el país necesitaba “candidatos que representen la actualidad política interna”.
- El candidato de extrema derecha, con un discurso más crítico, cuestionó la idoneidad de una ex presidenta con historial de polémicas internas para liderar la organización.
Estos matices reflejan una división política que, aunque no impide la nominación oficial, sí dificulta la construcción de un consenso amplio dentro de Chile. La falta de una campaña de apoyo coordinada podría influir en la percepción de los diplomáticos y delegados que votarán en los próximos meses.
En el plano internacional, varios observadores consideran que la candidatura de Bachelet representa un punto de inflexión. La combinación de experiencia en derechos humanos, liderazgo en ONG internacionales y la capacidad de negociación política la sitúan como una de las contendientes más fuertes. No obstante, la competencia incluye nombres de Asia, África y Europa, lo que hará que la balanza de votos se dependa tanto de alianzas regionales como de la reputación personal de cada aspirante.
Otro desafío estructural es la propia reforma interna de la ONU. En los últimos años, el organismo ha intentado modernizar sus mecanismos de selección, incorporando mayor transparencia y participación de la sociedad civil. La candidatura de una mujer latinoamericana podría beneficiarse de estos cambios, pero también enfrentará resistencia de aquellos que prefieren mantener el statu quo.
Finalmente, la agenda global que la ONU deberá enfrentar en los próximos años —conflictos armados, crisis migratorias, emergencia climática y desigualdades estructurales— exige un liderazgo capaz de articular soluciones multilaterales. La trayectoria de Bachelet como defensora de los derechos de las mujeres y como gestora de políticas públicas en salud y defensa le proporciona una base sólida, aunque la presión política interna y la necesidad de alianzas internacionales serán factores decisivos en su camino hacia la secretaría general.