Brigitte Macron lleva pruebas fotográficas a EE. UU. para desmentir conspiración de género

Brigitte Macron lleva pruebas fotográficas a EE. UU. para desmentir conspiración de género

El origen de la conspiración

Todo comenzó en 2021, cuando un canal de YouTube dedicado a la "clarividencia" subió una entrevista de dos horas con una mujer que se hacía llamar Natasha Rey. Rey, quien se presentaba como supuesta periodista, fue entrevistada por Amandine Roy, una médium que mezclaba contenido esotérico con críticas al gobierno. En esa charla, Rey soltó una teoría sin ningún fundamento: Brigitte Macron, la esposa del presidente francés, habría muerto de joven y su hermano, Jean‑Michel Trogneux, habría pasado por una cirugía de cambio de sexo para hacerse pasar por ella.

La historia incluía datos falsos sobre la familia Macron, como que Brigitte no sería la madre biológica de sus tres hijos, y mencionaba supuestos procedimientos quirúrgicos. Para dar más “credibilidad”, los conspiradores mostraron fotos de la pareja presidencial y de sus hijos, aunque esas imágenes estaban manipuladas o sacadas de contexto. El video se volvió viral rápidamente, impulsado por cuentas vinculadas a la ultraderecha y a grupos que alimentan desinformación.

Ante la avalancha de comentarios, memes y ataques personales, Brigitte Macron presentó una demanda por difamación contra Roy y Rey. En primera instancia, el tribunal francés falló a su favor, condenando a las acusadoras. Sin embargo, la apelación del Tribunal de Apelación de París anuló la sentencia y absolvió a ambas de los 18 cargos que se les imputaban, argumentando que sólo un fragmento de sus declaraciones podía encajar bajo la ley de prensa, y que incluso ese fragmento se había hecho de buena fe.

La respuesta legal internacional

La respuesta legal internacional

El revés judicial no detenía a la familia Macron. Con la intención de seguir combatiendo la desinformación, el presidente Emmanuel y la primera dama decidieron llevar el caso a los Estados Unidos, donde la legislación sobre difamación y la protección a la reputación pueden ser diferentes. La estrategia consiste en presentar un dossier que incluye documentación médica y fotográfica que demuestre sin duda alguna que Brigitte es mujer.

Entre los documentos se encuentran imágenes del embarazo de Brigitte, tomas de los momentos en que cuida a sus hijos y fotografías de su vida cotidiana antes de convertirse en figura pública. Estas pruebas se entregarán siguiendo el protocolo de los tribunales estadounidenses, con la esperanza de que un juez reconozca la gravedad de la campaña de odio y ordene medidas para frenar su difusión.

Esta decisión tiene varios matices. Por un lado, muestra la frustración del Estado francés al ver que sus herramientas legales resultan insuficientes contra una ola de teorías conspirativas que trascienden fronteras. Por otro, revela una táctica cada vez más frecuente: los individuos afectados por campañas de desinformación buscan foros extranjeros donde la legislación se preste a sus demandas.

Los expertos en derecho internacional señalan que el caso podría sentar un precedente importante. Si los tribunales de EE. UU. aceptan la evidencia y dictan una sentencia favorable, otros políticos y figuras públicas podrían seguir el mismo camino para contrarrestar rumores dañinos que se propagan en redes sociales.

Mientras tanto, la prensa francesa y los analistas de medios han destacado el impacto personal que la teoría conspirativa ha tenido en la vida de los Macron. Brigitte ha hablado de la angustia y el daño emocional que le provocó ver cómo su identidad era cuestionada públicamente, y ha señalado que la intimidad de su familia se vio vulnerada al obligarse a exhibir fotos de su embarazo y su papel como madre.

En redes, la reacción ha sido variada. Algunos usuarios aplauden la valentía de los Macron al enfrentar la desinformación de forma tan directa, mientras que otros critican la exposición de imágenes tan personales, señalando que podría abrir la puerta a más invasiones de privacidad. La discusión refleja el dilema moderno: ¿hasta dónde está dispuesto a llegar un público para defender su reputación?

El caso también ha reavivado el debate sobre la responsabilidad de plataformas como YouTube, Facebook y Twitter en la difusión de contenido falsificado. Organizaciones de derechos digitales han pedido una mayor regulación y herramientas de verificación para evitar que teorías sin sustento alcancen la viralidad que alcanzó la entrevista de 2021.

En cuanto al futuro, los abogados de la familia Macron esperan que la Corte Suprema de Francia acepte revisar la decisión del tribunal de apelación. Mientras tanto, la presentación de pruebas en EE. UU. está programada para los próximos meses, con la intención de enviarla a los medios internacionales como parte de una campaña de concienciación sobre los peligros de la desinformación.

El episodio pone en evidencia cómo la vida privada de figuras públicas puede convertirse en campo de batalla digital, y cómo la lucha contra las mentiras no se limita a los tribunales nacionales. La determinación de los Macron para exponer evidencia tan íntima subraya la seriedad con la que toman el ataque contra su imagen y la necesidad de respuestas contundentes en la era de la información rápida y sin filtros.Brigitte Macron ha dejado clara su intención: no permitirá que una falsedad siga circulando sin que se le contrarreste con pruebas fehacientes, aunque ello implique abrir una puerta muy personal ante la justicia extranjera.

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