Un baño de realidad para los favoritos: los Timberwolves resucitan
Pocos esperaban un vuelco tan abrupto en las Finales de la Conferencia Oeste. Anoche, los Timberwolves de Minnesota sacaron todo su arsenal y aplastaron a los Oklahoma City Thunder por 143-101, acortando la distancia en la serie y dejando claro que este enfrentamiento está muy lejos de resolverse. Anthony Edwards volvió a dejar claro por qué es el líder de este equipo, firmando 30 puntos en poco más de tres cuartos. La facilidad con la que penetró la zona rival y su acierto desde el perímetro fue un auténtico quebradero de cabeza para la defensa de Oklahoma.
Desde el salto inicial, Minnesota impuso un ritmo frenético. Las rotaciones rápidas y la presión constante sobre el balón forzaron a los Thunder a cometer errores, algo que el equipo local no dejó pasar. Cada pérdida fue castigada con puntos en transición, y el marcador se disparó antes de que los visitantes pudieran reaccionar. La diferencia de 42 puntos no solo habla de la eficacia ofensiva, sino también de una defensa que supo incomodar a cada tirador de los Thunder, obligándolos a buscar tiros apresurados y sin espacio.

Una ofensiva sin frenos y nuevos protagonistas
El tercer partido fue el escenario donde Minnesota mostró su versión más explosiva de toda la temporada. Además del protagonismo de Edwards, sobresalieron también Mike Conley y Karl-Anthony Towns, proporcionando control y acierto en momentos críticos. Las asistencias de Conley y la presencia interior de Towns ayudaron a abrir el campo, permitiendo que los tiradores castigasen desde la línea de tres. Jaden McDaniels y Naz Reid, saliendo desde el banquillo, aportaron una energía contagiosa y mantuvieron a raya cualquier intento de reacción visitante.
Por su parte, los Thunder habían llegado a este partido con la etiqueta de favoritos. Shai Gilgeous-Alexander, habitual referencia ofensiva, se vio superado por la presión defensiva constante. Los porcentajes de tiro de Oklahoma se desplomaron, especialmente desde la línea de tres, y la segunda unidad nunca consiguió sostener el ritmo de Minnesota. La falta de adaptación a la velocidad de juego rival dejó muy expuestas sus carencias defensivas, un problema serio para encarar lo que queda de serie.
Con este golpe sobre la mesa, las Finales del Oeste cobran un nuevo aliciente. Los Timberwolves, más vivos que nunca, ponen en un aprieto a los Thunder y abren un escenario donde nada está sentenciado. Los próximos partidos prometen tensión máxima y ajustes tácticos por ambas partes. Ahora, más que nunca, cualquier error puede costar la eliminatoria.
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